miércoles, octubre 29, 2008

PROEMIOS


HISTORIA DE LA TARDE EN FRAC


Te he visto en la última tarde conmigo:
La calle era un pájaro que roía
El silencio
Ranura insensible
En donde el cuerpo se reducía a su
Sola presencia
Había nubes en forma de almohada
Viejos rostros que enmudecían
Cuando los miraba en tus ojos
Esquinas y bares
Y entradas cerradas a cualquier pasado

Nos observaron cientos de
Anónimos andantes
Sin presentir que íbamos al
Funeral de nuestros abrazos
Sola en tu inmensidad de mujer fatal
Arremetías en contra del mundo
Con tu voz ahogada en un gesto
Tu cuerpo se mecía entre polvo
Y el claxon de algún carro a la deriva

Era la hora de acabar con el tiempo
El verano abría sus alas y se alejaba
Cual hombre que prefiere la lluvia
Sola te ibas con el libro debajo del brazo
Y la imagen de quien fui
Arrimado a tu costado

Nos vieron pasar por plazas vacías
Y avenidas relucientes
Caminar de un lado a otro
Sin decirnos nada
Nos vieron inofensivos y mediocres
Tú con tus senos y la poesía encima
Y la soledad de quien necesita calma
Yo con mi facha de muerto en ayunas
Y la torpeza de mis pasos entre tanta gente

Te he visto vestida de azul
Como ahogada en un mar sin fuerzas
Con la boca triste y el preludio
De un final insomne
Te he visto en el postrer instante
Sin pensar más que en la manera
De decir lo ya expuesto

No había fechas adicionales ni más palabras
Ni otro café para aplacar el vacío
En el estómago
Era el día de anochecer temprano
De retornar al marasmo del cuarto
A solas
Mientras el cigarrillo quemaba tu imagen
Y la nostalgia te decía adiós


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CANCIONES PARA TOREROS

I

Despojado de ti y de toda felicidad
Me despierto en esta cama del atardecer
Y abro los ojos creyendo Ser
Sin aceptar que solo tengo Soledad

Ella se ha desnudado en tu lugar
Y me ha llamado desde su frío rincón
Yo he sido capaz de abrirle mi corazón
Y me he quedado sin sangre ni verdad

Cuándo será que este día tendrá un fin
Miro el reloj y el tiempo tarda más que ayer;
Me desgarro y siento la vida partir…

Me gasto las palabras que tenía para ti;
Hundo mis manos en la vida que se fue
Y presiento la vida sin ti morir.



II

Decidido me desnudo de los pasos y los días,
Dejo la corbata, los rastros y el presente,
La triste ansiedad que dar un paso no se atreve,
Y deshojo en este papel mi piel, mi lenta vida.

Tiendo mi cuerpo en el lecho de las horas,
He envejecido con mis libros y tu nombre;
Quizá no me quede tiempo ni me sobre
La dulce verdad de tu vestido en mi sombra.

El tiempo cruza todos los zaguanes y la noche;
Bebe de la vida que se pierde entre el desvelo
Y la ciudad fría que ahora encandilado pierdo.

Muere el resto de la calle y muere la noche;
Las cosas mueren porque tú me faltas,
Y muero yo atado al vacío de tanta palabra.



III

Me busco en el espejo como un necio,
Y no reconozco la voz, los ojos de quien mira,
Sólo estoy seguro del marco, la ventana fría
Y el inicio de una muerte que ya presiento.

Me he perdido en la piel, los pasos absurdos;
No tengo más que horas, lamentos y palabras;
Si miro no es verdad que mi mano me alcanza;
Estoy solo del otro lado, voy sin rumbo.

La noche es como una herida que se abre;
No quiero paz, ni mar, ni un cuerpo tibio;
Quiero alcanzar sólo lo que ya no es mío.

Verme por última vez aunque sea tarde;
Hundirme en los ecos de cada día,
Y hacerme luz, oscuridad, rezago de vida.


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